Via VICE Colombia
DANI BOOM.
Comencé a escuchar ese nombre por allá a finales de los noventa, cuando el virus de la electrónica comenzaba a propagarse en Bogotá, al igual que en muchas otras capitales del mundo, avivado por el boom de las pastillitas felices y el rito liberador de las nuevas músicas circulares.
Y aquí un breve rewind.
A diferencia de países como Inglaterra, donde para ese entonces la movida llevaba ya más de diez años cocinándose, por aquí habían pocos DJ’s, un público incipiente y pocos espacios disponibles para la expansión de su mantra. La electrónica no sonaba mucho, menos en la radio, y además, no hay que olvidarlo, escasamente llegaban vinilos, lo cual dificultaba el cultivo del oficio del tornamesismo en tiempos donde no había música digital. Reducida la electrónica, entendida como cualquiera de los muchos hijos bastardos del house de Chicago, a unos pocos círculos y a contados clubes nocturnos, en Colombia no había escena como tal. Y sin embargo, gracias a la fiebre del éxtasis y al auge de los «superstar DJ’s”, pronto tomaría forma durante esos primeros años.
Aunque una no muy bonita, la verdad.
Cocinada desde mediados de los 90 y evolucionada en parte como reacción a un escena que tomaría una giro típicamente establishment, por no decir corporativo e incluso “traqueto”, la estirpe más rebelde de este movimiento local se consolidó de la mano de nombres como Dani, arquitecto de una escena 100% bogotana y underground que estaba convirtiendo fieles y más fieles con un espíritu decididamente necio, clandestino y ante todo, necesario. Una postura que, en todo caso, se distanciaba de la movida “after” o de la vacua moda DJ que comenzaba a vislumbrarse en el panorama nacional.
La primera vez que lo vi tocar fue en 2001, en una fiesta celebrada en el centro de Bogotá, en el Centro de Convenciones Gonzalo Jiménez de Quesada, junto a Frankie Bones. Yo tenía 20 años y esa era una noche singular: era mi primera vez con el éxtasis. Y quizás por esto la recuerdo como si estuviese transcurriendo mientras escribo estas parrafadas.
Había como tres mil personas. Esa noche arrancaba un dúo de DJ’s local muy popular por esa época, Federico y Carolina, luego venía Dani y después el gran padre ideológico del rave gringo. Antes de que se subiera éste, Dani tenía la fiesta encendida y a la gente, por supuesto, conectada; sin embargo, justo al final de su set, apagaron el sistema de sonido y en las pantallas apareció un comunicado que, en tipografía sosa, decía algo así como: “Lo sentimos. Por motivos de fuerza mayor, este evento ha sido cancelado. Por favor dirigirse a la salidas con precaución”. Las luces se encendieron, dejando al desubierto miles de ojos desorbitados. Confundida, la gente se miraba, algunos empezaban a chiflar, y sin embargo lentamente fueron resignándose a evacuar. Y yo, con aquello apenas comenzando a circular por mi torrente sanguíneo, empecé a sentir el vértigo. Las manos sudando. El mal viaje. Unos minutos después del anuncio, sin embargo, las luces se volvieron a apagar y en las pantallas apareció, titilante, un nuevo mensaje: “¡MENTIRAS!”, acompañado por los primeros beats del Bones que ya se había tomado el escenario.
Lo demás, éxtasis total. La promesa de la comunión y el amor y la felicidad, realizada.
Publicado en ARTICULOS, Bogotá, Colombia, MUSICA
Etiquetas: bogotá, bogotrax, colombia, daniboom, dj, musica electronica, mutaxion, rave, techno, tekno, ultrabass
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